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Prótesis. Furia infernalis

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    Furia infernalis

    Emilio Hinojosa Carrión
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    La Furia infernalis es un aire, un ademán del viento que congela al ganado y los arbustos, un reflejo en permanente movimiento. Parte de una sustancia tangible. Es quizá la única especie mitológica que ha sido descrita taxonómicamente: Carlos Linneo la clasificó hacia finales de su vida.

    Siempre se ha creído que existen seres de aire que están vivos, pero la ciencia no ha logrado reconocerlos como seres biológicos ni clasificarlos dentro de la taxonomía general de las especies. No en vano Tales de Mileto afirmaba que todo lo que se mueve está vivo y tiene alma.

    En realidad todo está en movimiento, en acto o en potencia. Existen fuerzas gravitacionales y, en ausencia de fuerzas, el estado natural de los cuerpos es el movimiento rectilíneo uniforme. Sí, Tales de Mileto: todo lo que existe tiene vida. “Todo está lleno de dioses”.

    Hesiodo pensaba que todas las rocas, todos los árboles, las montañas, las cascadas y el viento eran seres sagrados, ya que todos poseían almas: también para él todo esto estaba vivo. ¿Cómo sabemos que los remolinos y huracanes son seres vivos? Porque se mueven. Ni hablar del cielo y las estrellas, muestra de lo que permanece en movimiento continuo. No es extraño que para los griegos antiguos los cuatro vientos sean dioses o ángeles. E incluso esto no es ajeno a la Biblia, a fin de cuentas, el dios del antiguo testamento creó a Adán con un soplo divino.

    ***

    Para los toltecas, los puntos cardinales son femeninos: los cuatro Atlantes de Tula representan las congojas de los humores, esos seres de aire que recrean las emociones duras. Al verlos, no cabe duda de que el viento es furioso y pareciera que las pulsiones lo dominan.

    Erwin Schrödinger, en su libro titulado ¿Qué es la vida?, definió como ser vivo a todo aquel sistema que disminuye su entropía interna al incrementar la entropía de su medio ambiente. Bajo esta definición, los remolinos, tornados y huracanes son seres vivos. Sin embargo, nadie se ha tomado esto tan en serio como para estudiarlos con métodos biológicos.

    Pensemos entonces en lo sonoro. Las ondas longitudinales mecánicas (los sonidos, los vientos y los terremotos) se clasifican científicamente, pero de manera distinta que los seres vivos: éstas son cualitativas y las de aquellos cuantitativas. Una clasificación cualitativa se basa en esencias y una cuantitativa en cifras (números). Esto nos arroja a una paradoja de dos mundos que parecieran distintos: lo cualitativo y lo cuantitativo. ¿Una esencia que interactúa? ¿Las gráficas en las pizarras de las universidades son seres vivos? ¿Las especies deben estar expuestas al movimiento?

    Las notas musicales, por ejemplo, son unidades discretas de frecuencia. Nos sirven para describir sonidos perceptibles para el ser humano. A través de ellas podemos hablar sobre lo que escuchamos matemáticamente de forma relativamente simple: con un pequeño número de variables se puede describir un sonido o acercarse a una onda longitudinal, se les nombra aquello que suena, a esa altura determinada.

    Pero los seres vivos se clasifican cualitativamente.

    Si el sonido es, en cierta medida, un glamour de lo vivo, una forma en que se hace escuchar la esencia de una particularidad, ¿no acaso las especies pecan de la misma injuria?

    ***

    Los escandinavos afirmaban que la Furia infernalis era un ser vivo, a pesar de no ser tangible. Llamémosle un ser mitológico, una lombriz hecha de aire, algo que se mueve como un viento por la atmósfera y ataca vertebrados dejándose caer a gran velocidad como una flecha.

    Nuestro ser vivo-mitológico-pero-real entra en la gente y causa inflamación y fiebre, convive con la materia y se increpa en los especímenes más sagrados, como si quisiera decirnos algo. Si siguiéramos la visión de Linneo y su necesidad de clasificarlo todo, ¿qué sería de nosotros?

    Linneo tuvo un encuentro con la Furia infernalis en Lund. Y el naturalista Daniel Solander, que viajó al Pacífico sur, acompañando al excéntrico Joseph Banks como secretario en una expedición científica, también lo consideraba real. Toda la información sobre este fantasma fue recopilada más recientemente por un inglés que hizo un viaje por Escandinavia (De Cappell Brooke, A (1827). On rein-deerEdinburgh New Philosophical Journal 3: 30–43).

    El aire y el sonido viajan por el mismo medio y el espacio es su hábitat. El viento es silencioso a menos que choque con algún obstáculo, ya sea una arboleda, un soplido que escapa por una ventana, una placa de níquel ondulada. Y es ahí, en ese tropiezo de materiales, uno liviano y de vaho, el otro duro y terco, donde nace una nueva especie: el sonido que se vuelve clasificable, el orden de los vientos entorpecidos.

     

    http://vanosonoro.com/furia-infernalis/

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