Constelaciones
“Romance fue el cantado, y que no pudo
dejarle de entender, si el muy discreto
no era sordo, o el músico era mudo.”
Luis de Góngora
Cada mañana, de camino al kínder de mi hija, paso por una escuela de sordos, tal cual dice el letrero. Me acerco como un viejo conocido, siempre emocionado, y les saludo. Hay un silencio muy particular, y a la vez el estruendo más elocuente. Las familias llevan a sus hijos y se despiden de maneras que envidian el sonido. Ahí entendí el poder de persignarse.
En ese lugar suceden cosas sorprendentes. La lengua de señas es abierta en su claridad: es complicado hablar quedito, los alumnos cotillean, es notorio cómo observan otras conversaciones. Se trata de una semiótica del contorsionismo: directo, enternecedor, brutal. Donde la comunicación es de todos, no hay que entrometerse, sino dialogar con el espacio.
Esta idea de que cuando se habla con alguien hay que verse a los ojos, siempre me ha parecido equivocada, porque el cuerpo también habla. Hay un sentido de topografía, la visibilidad silente permite observar el mundo.
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Muchas veces voy en la carriola detrás de los alumnos, observo como se dan cuenta del entorno con precisión. Saben quién viene detrás. Me voltean a ver, nos dejan pasar y sonríen.
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Todos hemos visto el lenguaje de señas, pero en esta escuela sucede la cotidianeidad. Noto que ninguno lleva el celular a diestra, como nosotros, que estamos alienados a una pantalla. Entre ellos guardan la distancia necesaria para verse de cuerpo entero. Forcejean en las señas del otro, arremeten en sus discursos, como desdeñando o acentuando. Se tocan. Se vuelven constelaciones de tres, cuatro, cinco haciendo movimientos, tintineando.
Sirio, la estrella más brillante de todo el cielo nocturno vista desde la Tierra, simboliza en algunas culturas sociedades secretas.
En estas charlas se establecen conexiones corporales como en la danza, y se segrega oxitocina, igual que sucede en las personas que se reúnen colectivamente a tejer, a construir, a hacer yoga, a interpretar música.
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Los bullicios de nuestro entorno, sean de la naturaleza o la ciudad, nos hacen comunicarnos con sonidos que se entremezclan. Ciertas palabras no se escuchan, las completamos, damos “el avión”, nos creemos buenos conversadores.
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¿Se podrá cantinflear con lenguaje de señas?
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Imagino los murmullos de las aves que están separadas perfectamente para seguir una dirección, estos estorninos donde hay una integración de información y la corporalidad maneja un complejo sentir del entorno. ¿Qué papel juega la temperatura del ambiente, las vibraciones del suelo, el sacudir de las ramas en su canto o en sus conversaciones?
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Estoy intentando aprender lenguaje de señas. Es un mundo que abre posibilidades que las palabras no tienen, pues los ademanes son más precisos o más ambiguos. Hay palabras sonoras que aún no tienen nombre, este lenguaje está en constante evolución, con más vehemencia hacia los signos y las emociones. ¿Cómo sería un seminario de Wittgenstein en lenguaje de señas?
Fui a preguntar a la escuela si me podrían recomendar un tutor que me diera clases. La maestra creyó que se debía a que tenía un familiar o algún cercano sordo, y se sorprendió al saber que no es el caso. Me dijo que ella misma me podría enseñar en clases particulares y me recomendó bajar el manual del CONAPRED y aprender el abecedario, por lo pronto.
En el manual me llamaron la atención muchos fragmentos, comparto algunos:
- “En el caso del género femenino, la ejecución de las señas ha cambiado por inconformidad de las mujeres sordas. Durante mucho tiempo el femenino se ejecutaba moviendo la mano abierta en línea recta hacia abajo; de hecho, muchas personas siguen marcándolo así. Hoy en día es preferible marcar este género con la palabra mujer, de modo que, para añadir el género femenino a las palabras en la lengua de señas, éstas se realizan primero y luego se hace la seña para femenino.”
- Existen dos maneras de nombrar “yo”, una se coloca la letra sobre el pecho, la otra con el índice en el pecho.
- “Coca cola” se hace un c y se mueve hacia arriba y a un lado dos veces.
- POSTRE (1) Se forma un capullo y se realiza un movimiento hacia la boca y afuera. Luego se hace una f, que roza la punta de los dedos estirados de la otra mano que hace una f
- POSTRE (2) Con el índice y el pulgar tocándose por las yemas se roza el dedo meñique de la otra mano. Luego se forma un capullo y se realiza un movimiento hacia la boca y afuera.
- POSTRE (3) Se hace una p sobre los labios, y se realiza un movimiento ondulatorio al frente y abajo.
- “En algunos casos, con el uso de adverbios y frases adverbiales como ayer, antier, la semana pasada, el mes pasado, se sobreentiende que la oración está en pasado y no es necesaria la seña de pasado; lo mismo sucede con el futuro al usar adverbios y frases adverbiales como mañana, el próximo año, pasado mañana, el mes que entra y similares”.
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Me entero de grafiteros sordos en Iztacalco, activistas. En su grafiti las palabras dibujan manos, que son letras, que son mensajes, pancartas, discursos que participan en el debate público.
Supe de una historia pavorosa. Una mujer sorda en Uganda, que al parir dio a luz a su primer bebé. Pero le estaban intentando decir que eran gemelos, ella no entendió y dejó de pujar, el segundo bebé murió dentro de ella.
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“Después un ruido sordo, azul y numeroso,
preso en el caracol de mi oreja dormida
y mi voz que se ahogue en ese mar de miedo
cada vez más delgada y más enardecida”.
Xavier Villaurrutia
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Las jirafas no tienen cuerdas vocales.
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Hace tiempo fui testigo de una pelea entre dos compañeros de la escuela de sordos. Al principio no había nadie, sólo eran ellos. Empezaron a forcejear y a decirse de cosas, sólo se escuchaba los rechinidos de los tenis y el aire. Una de las maestras los separó y los calmó, pero antes pidió darse un espacio –dos pasos– y desde ahí fue la perorata. Los muchachos estaban enfurecidos, sus ademanes eran intensos, rápidos, imagino que se interrumpían. ¿Qué sentido tiene interrumpirse en lenguaje de señas? En este caso, los tres estaban hablando al mismo tiempo. Terminaron entrando a la escuela y me quedé con esos rechinidos, las aves, esos bruscos movimientos: el tiempo por un momento se detuvo.
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Me gustaría tener charlas en lenguaje de señas, y me parece que debería ser una asignatura en las escuelas, tanto por un sentido de inclusión como por la atención que se le presta al cuerpo y a otras formas de comunicación.
Pregunté ingenuamente sí había asignatura de música. Me dijeron que no, pero que hay un espectro amplio de sorderas, algunos pueden tener implantes –se pueden hacer canciones– que existen traductores en conciertos en vivo, y que también se estimula con vibraciones. Me imagino que con frecuencias graves dadas sus características. Me gustaría saber si logran percibir frecuencias más altas.
Creo que todos vivimos en una especie de espectro, ya sea neurosis, transtornos psiquiátricos, sorderas, inteligencias, habilidades físicas. El sujeto siempre está inmerso en un espectro.
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En México se estiman alrededor de 2.5 millones de sordos, pero no pretendo sensibilizar con este texto, ni quiero pecar de moralista. Me emociona más bien hacer un lieder para lenguaje de señas. El cuerpo hace una canción, una coreografía, una melodía.